El Sistema Tierra se define como la interconexión de las esferas atmosférica, hidrosférica, biosférica y geosférica, donde la energía del Sol y el núcleo terrestre impulsan procesos exógenos y endógenos, respectivamente. Internamente, la Tierra se compone del núcleo (32,5% de la masa, compuesto principalmente de hierro y níquel), el manto (67,1% de la masa total, es roca en fusión parcial) y la corteza (0,4% de la masa, rígida y compuesta por roca flotante sobre el manto). Las diferencias de temperatura entre estas capas generan corrientes de convección en el manto que mueven la corteza, causando la tectónica de placas, donde las placas tectónicas se mueven, chocan o se separan, originando procesos como la formación de cordilleras, volcanes y fallas. En particular, Chile, ubicado en el límite de la Placa Sudamericana y la Placa de Nazca, experimenta un régimen compresivo, pero la Península de Mejillones se destaca por un régimen extensional, evidenciando sistemas de fallas normales que transforman el paisaje y revelan diferentes tipos de rocas.

Cuando dos capas de distinta composición se enfrentan, una se hunde por debajo de la otra causando una subducción. Si ambas capas están formadas por cortezas oceánicas, al sumergirse el ángulo de inclinación suele ser de 70º y se le conoce como una subducción de tipo Marianas, pero si una de ellas es corteza continental y la otra oceánica, esta última se hunde en un ángulo bajo entre 20º y 30º, llamándose subducción tipo Chilena.